DIMITRI
Siguiendo a Colina, trato de contenerme. Mis manos pican por desgarrarla y volver a juntarla por atreverse a ser secuestrada, por atreverse a dejarnos. La ira fluye a través de mí, encendiendo el infierno dentro de mí hasta que soy una bomba de tiempo.
Así que, cuando abrimos la primera puerta e interrumpimos a un hombre golpeando a otro con un bate atado a una silla, pierdo el control. Empujando a Salvatore y a Colina, me lanzo hacia adentro. Lo escucho advertirle que me deje a mí, pero entonces todo se vuelve borroso. Solo mis demonios y yo.
Arrancando el bate de sus manos, lo uso contra él, dejando que mis demonios salgan a jugar. Mis brazos se tensan por la fuerza de mis golpes. La habitación está silenciosa excepto por sus gritos y mi… risa.
Eh, ese soy yo.
Cuando termina, levanto la mirada. Todo mi cuerpo está cubierto de sangre, mis ojos están oscuros y locos, pero Colina se libera del agarre de Salvatore y camina hacia mí sin miedo. Poniéndose de puntillas, me besa sua