CAPÍTULO DIEZCOLINAEl grandulón, Rafaele, entra en la habitación, pero no parece querer acercarse a mí.—¿Estás bien? —pregunta.—Vete a la mierda —grito mientras me incorporo y presiono mi mano sana contra la ensangrentada, intentando detener el sangrado. No es lo peor que he tenido, pero joder, dolió… sí, dolió. Cruzo las piernas para no pensar en ese otro… no, al carajo eso.Bajo la vista hacia mis manos para evitar su mirada demasiado brillante, de conocimiento total. Reviso el corte. Ese maldito lo abrió otra vez. No es muy profundo, no necesita puntos —aprendí a reconocer qué suturar después de años de hacerme daño—. Este sanará, probablemente dejando otra cicatriz en mi colección.Me sobresalto al levantar la vista y ver que el grandullón está arrodillado frente a mí, su penetrante mirada oscura clavada en mí, su cabello negro cayendo sobre la frente de manera curiosamente tierna mientras alarga la mano hacia mi herida.—¿Puedo? —murmura.Yo mantengo mi mano pegada al pecho,
Leer más