COLINA
Rápidamente regresamos por el hotel buscando a Matteo y Rafaele, y una mala sensación comienza en mi estómago mientras bajamos por el corredor que atravesaron y llegamos a una puerta metálica abierta al final. Subiendo, salimos a una azotea donde hay cuerpos esparcidos por todas partes, pero no hay rastro de Matteo o Rafaele.
Pero entonces lo escucho.
Un gemido.
Siguiéndolo, me dejo caer de rodillas detrás de una sección vieja de tuberías para ver a Matteo ahí con sangre goteando de su pecho. Su rostro está pálido, y sus ojos apenas están abiertos. Agarrando su mano fuertemente, les hago señas a los otros para que se acerquen. “Cariño, ¿qué pasó?”
Él gime y mira a Salvatore. “Se llevaron a Rafaele, lo querían a él desde el principio. No pude detenerlos, lo siento.”
Salvatore estrella su puño contra la tubería, pero yo limpio la frente sudorosa de Matteo y lo beso suavemente, viendo la angustia y el dolor grabados ahí. “Shh, está bien, podemos recuperarlo.” Levantando su mano de