Capítulo 50.
—Hagamos esto sin llamar la atención de nadie— un sujeto de barba robusta le mostró la pistola bajo su chaqueta. Harper tomó su bolso de la silla cuando la empuñó para apuntar hacia ella. —No queremos formar alboroto en este lugar.
—Claro que no queremos hacerlo— Mateo atrapó el cañón para posarse frente a Harper.
—Te enseñaré a no…
La bala rebotó en el piso cuándo Mateo logró redirigir el disparo. Los gritos de la gente se escucharon más fuertes. El mafioso asestó un cabezazo que rompió la nariz al sujeto que encañonó, mientras la mujer trató de ayudarlo con su pistola, logrando que Mateo, en una maniobra rápida le rompiera el brazo al tipo y lo empujara al suelo, para luego ponerle el cañón en la cara, frenando su intento.
—Dile a tu jefe que si se vuelve a acercar a mi esposa, lo voy a cazar y no le será agradable tenerme a mí como enemigo— en menos de un minuto el arma se convirtió en más que piezas esparcidas por todo el piso. —Sí siguen vivos es porque deben llevar un men