Capítulo 251.
La mujer con tez pálida y delgadez más pronunciada entendió que no era momento para hacer preguntas.
—Entonces eres humana —susurró Noelle, sin juicio, sin recriminación—. Porque eso hacen los humanos. Aman a quienes les rompen el alma y los extrañan incluso cuando deberían olvidarlos, como supongo que crees que deberías hacer.
Harper cerró los ojos con fuerza. Como si al hacerlo pudiera detener el temblor que le subía por la garganta. Como si pudiera proteger, por fin, ese último rincón que nadie más debía tocar.
—¿Y si no quiero ser humana? —preguntó en voz baja—. ¿Y si quiero ser como Valente? Que no siente. Que no…
—Valente siente, niña —la interrumpió Noelle con una voz grave—. Solo que nadie le enseñó qué hacer con eso.
Harper abrió los ojos.
—Y tú sí me enseñaste —murmuró.
Noelle asintió en silencio.
—Tal vez no todo lo que debía. Pero lo intenté.
Hubo un silencio que no fue incómodo. Fue necesario para que Harper absorbiera sus palabras.
—No tienes que odiarla, no tienes que