Capítulo 248.

—¿Quienes son ustedes?—, Livia tenía el corazón en la garganta al verse rodeada de rostros que no conocía, pero debía seguir por el simple hecho de que no había una sola opción aparte de esa—. ¿No hablarán? Cuando Valente…

—No es necesario ser bruscos con la dama—, el acento ruso la hizo alzar la mirada y ver el rostro del sujeto la hizo desear no haberlo hecho. No lo conocía, pero sentía que no tenía siquiera que verlo—. Liberen sus manos. Es una invitada, no una prisionera.

El abrigo colgaba desde sus hombros, zona en la cual los diamantes decoraban la tela, mientras ese cabello oscuro caía por sus orejas. El color en su mirada hacía sentir el glacial que cada portador de ese tono podría causar.

—¿Quién es usted? —, el tipo giró el cuello para mirarla mejor, y en ese movimiento, el cuello de su camisa se desplazó lo suficiente como para revelar parte de un tatuaje. Una corona rota, apenas visible, grabada con líneas tan limpias que parecían hechas con una aguja programada para ello
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