Mi compañero fue enviado a la ciudad Oscura para entrenarse como Alfa. Y mi hermanastra lo acompañó.
Al principio él se negó, pero ella insistió tanto, lo presionó demasiado… que al final cedió.
Nadie me dijo nada al respecto. Hasta que empecé a recibir en el celular fotos de ellos besándose.
Una vez que hicimos una videollamada no se veía nada en la pantalla, pero los gemidos de placer de una pareja eran imposibles de ignorar. Y lo más extraño de todo era que, a pesar de eso, nunca sentí que me estuviera engañando. Nuestro vínculo mental seguía intacto, como si nada pasara.
Pero no aguanté más. Y lo enfrenté. Y entonces me confesó que ella había estado con él todo ese tiempo.
Esto me dolió en el alma.
Tres años atrás, mi hermanastra me había empujado, tras lo cual había perdido al bebé que llevaba en el vientre, a los seis meses de gestación.
Él, enfurecido, la echó de la manada Sombraluna y le prohibió regresar.
Jamás imaginé siquiera que terminaría aceptándola de nuevo a su lado… como su asistente. Y por tres años.
Durante ese tiempo, me hablaba por nuestro vínculo mental, como siempre:
—Tú eres mi compañera destinada. Espérame, mi cielo. Regresaré por ti.
Pero por desgracia el día que regresó, ella apareció detrás con el vientre abultado. Estaba embarazada de cinco meses. Venía tomada del brazo de mi pareja, con esa sonrisa altanera, como si hubiera ganado una guerra.
Lo miré, con el corazón roto.
—Ramón, me traicionaste de la peor manera.
Él bajó la mirada, con los ojos llenos de culpa.
—Perdón… pero tú lo sabes. Solo te amo a ti. Cuando nazca el bebé, quiero que tú lo cuides.
Apreté los puños con tanta fuerza que las uñas se hundieron en mis palmas.
Al final, él me había engañado.
Y lo peor de todo había sido que en estos tres años no había sentido nada, ni una señal…Eso solo podía significar una cosa: él había bloqueado nuestro vínculo mental, y lo había hecho a propósito.
No podía creer que se hubiera enamorado de la misma hembra que había matado a nuestro hijo.
Lo había esperado tres años. Pero ya era suficiente. Lo nuestro se había terminado. Era hora de romper nuestro vínculo de pareja de una vez por todas.
—Ramón, quiero acabar con el vínculo.
Lo miré con frialdad.
Él se levantó de golpe, sorprendido.
—¡No! De ninguna manera; no estoy de acuerdo. Francisca, no hagas esto —dijo él, desesperado—. Esto no es un juego, sabes muy bien cuánto te amo. ¡Fue una decisión bastante difícil! Solo quería darte un hijo… para asegurar tu lugar como futura Luna.