Fabiola alzó con lentitud su pierna blanca y suave, y con los dedos del pie jugueteó con la camisa de Ramón, rozándole de manera seductora el pecho de un lado a otro.Poco a poco, fue bajando… hasta posar justo el pie en su entrepierna, donde comenzó a trazar círculos con cierta picardía.Ramón tragó saliva en silencio, dejándose guiar por sus provocaciones. Segundos después, él bajó la mirada: estaba claramente emocionado. Y en su rostro ya ardía el deseo.La sujetó por la cintura, y sus labios se fundieron en un beso intenso y brutal. Se besaban con urgencia, con las lenguas enredadas, el sonido húmedo y rítmico, llenando el cuarto como un susurro pecaminoso.Su mano grande se deslizó con ferocidad bajo la blusa de Fabiola, desabrochó con habilidad el brasier y comenzó a acariciar sus senos, suaves como crema batida. La tela se agitaba al compás de sus movimientos, mientras él los recorría en suaves círculos, con una lentitud que rozaba la crueldad.—Ah… mmm… Ella soltaba gemid
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