Al final si termino relajándome en el agua fría que entra en mi cerebro congelando todo pensamiento estresante que he tenido después de haber besado y dormido sobre el pecho del hombre al que le pedí alejarse.

Por eso, es triste cuando el tiempo pasa demasiado rápido y el cielo se oscurece al punto que comienzo a percibir el olor de los dos lobos que no saben que es ser pacientes, ya que, llegan aquí en su forma lobo, mirándonos de forma amenazadora.

— ¿Por qué aún no han llegado a la casa? ¿Saben qué hora es?

— No molesten, me costó mucho relajarla para que vengan a molestar.

— Es muy tarde, puede darle neumonía o algo peor. — dice Edward con su dramatismo característico.

Los tres comienzan con su discusión interminable y yo comienzo a flotar para finalmente dejar que el rio me lleve lejos del caos de estos tres alfas.