La conversación que tuve con el abuelo de mi hija fue tensa y complicada, pero esclarecedora. Es un hombre muy inteligente. Sabe lo que quiere y cómo conseguirlo. No tuve ninguna oportunidad con él, sin embargo, le hice saber que no estaba dispuesta a ceder en mis peticiones.
―Por fin llegas, mujer, me tenías comiéndome las uñas.
Me quito el sobretodo y lo dejo en el perchero antes de acercarme a mi amiga y contarle lo que sucedió.
―Conseguí el trabajo ―me mira impresionada―. Comienzo mañana mismo. Seré la persona encargada del cuidado del señor Horacio Di Stéfano.
Esta vez me observa como si acabara de confirmarle la noticia de que los extraterrestres existen y están viviendo entre nosotros.
―¿Cuidadora? ―niega con la cabeza―. No lo entiendo, pensé que buscarías trabajo en el área de negocios.
Camino hacia la cocina y me sirvo un vaso con agua.
―Recuerda que además de ser graduada con honores en negocios, también lo fui como fisioterapeuta ―dejo el vaso en la mesa y ocupo una d