Capítulo 90 En el nombre de mis padres
Quince días después

La observo dormir, nunca me canso de hacerlo. Tomo un mechón de su cabello entre mis dedos y lo llevo a mi nariz. Huele a flores campestres y frutas frescas del huerto. Le doy gracias a Dios por haberme mostrado la verdad y hacerme recapacitar en medio de mi error. No sé qué hubiera sido de mí, si pierdo a mi familia. Jamás me lo habría perdonado.

Respiro, profundo. Mi mujer y mis hijos se han convertido en el motor que mueve mi universo, en la razón que justifica todas mis acciones. Cada decisión que tomo, lo hago en función a ellos, porque se han convertido en mi primera prioridad.

Una vibración en el bolsillo de mi pantalón me obliga a salir de su habitación. La miro por última vez y me marcho de allí.

―Dime, Arévalo, ¿qué me tienes? ―pregunto con ansias―. ¿Cuánto conseguimos?

Quince días atrás realicé el movimiento más decisivo para enterrar a Santiesteban a tres metros bajo tierra. Bueno, al menos literalmente. Tal como lo planeamos, mi encuentro con Georg
Janeth Aguilar (janetha2004)

Este se suponía sería el epílogo, pero cada vez que me siento a escribirlo, se multiplica el contenido. Así que aquí va un capítulo más de este complejo final lleno de descubrimientos. Nos vemos en un rato. Por cierto, les tengo una sorpresa que les develaré con el capitulo epílogo de la novela.

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