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“Gemidos”
Las piernas de la muchacha se separaron para poder encajar al lobo en su centro. Sus caderas empezaron a moverse, y aunque odiaba eso, debía admitir que su cuerpo estaba reaccionando a las caricias de la bestia.
—¿Te gusta?
Le preguntó él, sin dejar de besarla.
—Cierra la boca…
No pudo evitar reírse.
—Te gusta, lo sé.
La posicionó debajo de él, para poder tocarla, su mano viajó delicadamente por sus piernas, antes de acariciar su centro. Su cabeza se echó hacia atrás ante las corrientes que esa acción le provocaron.
—Despacio…
Dijo, al sentirse penetrada por uno de sus dedos.
—Estás mojada… Y lo logré sin feromonas…
—Hijo de… —Su voz se cortó cuando otro dedo la penetró con fiereza.
—¿Te gusta?
—Cierra el hocico, perro…
Otro dedo la penetró.
—Sí sigues, te meteré la mano entera…
Los tres dedos entraban y salían de ella sin parar.
—Tsk… Ah…
—Espera… ¿Eso es un gemido?
Eva se cubrió el rostro.
—Mierda… Mierda… ¿Estás gimiendo por mí? ¡Es la primera vez que te escucho gemir!