Capitulo 27.
Capítulo 27.
Desde la noche anterior no dejaba de vomitar. Apenas si podía mantener algo en el estómago y, aunque intentaba convencerme de que era solo un malestar pasajero, en el fondo sabía perfectamente lo que estaba pasando.
Aun así, me obligué a desayunar algo ligero. Un par de tostadas, un poco de té… nada muy cargado. El comedor estaba medio vacío, y por un instante agradecí no tener que fingir una sonrisa ante nadie. Pero el alivio duró poco. Apenas me llevé el último sorbo a la boca, una oleada de náuseas me hizo palidecer de inmediato.
Me levanté de golpe, llevándome una mano a la boca. Corrí hacia el cubo de basura más cercano y vomité todo lo que acababa de ingerir.
Qué dignidad, por favor. La criada que vomita en medio del comedor real. Un espectáculo digno de ver.
Y, por supuesto, justo cuando me estaba limpiando la comisura de los labios con el dorso de la mano, apareció él. Calen, como si el universo tuviera un retorcido sentido del humor.
—¿Estás bien? —pregunt