Capítulo 56. La caída del tirano
Capítulo 56. La caída del tirano
Narrador omnisciente:
El campo de batalla olía a humo, sudor y sangre. Los rebeldes habían huido en desbandada, dejando atrás armas improvisadas, vehículos destrozados y cuerpos tendidos en el suelo. El sol ya estaba en alto, iluminando la devastación con una luz cruda que no perdonaba.
Los defensores, exhaustos, apenas se mantenían en pie. Algunos atendían a los heridos, otros se apoyaban en los muros chamuscados, respirando con dificultad. El silencio tras el rugido de la guerra era pesado, extraño.
En el centro del caos yacía Henry.
Su cuerpo estaba carbonizado en partes, las marcas de la corrupción visibles como venas negras que recorrían su piel. Aún así, respiraba. Un jadeo áspero, irregular, pero suficiente para demostrar que no estaba muerto.
Elías se adelantó, con el rostro endurecido y los puños manchados de sangre. Su instinto gritaba que acabara con él allí mismo.
—Un monstruo como este no merece seguir respirando —dijo con voz ronc