Capítulo 54. El sacrificio de Erika
Capítulo 54. El sacrificio de Erika
Narrador omnisciente:
El amanecer no trajo paz. Con la primera luz, el ataque de Henry se intensificó. Los rebeldes golpeaban sin descanso los muros del castillo, confiados en que las defensas no aguantarían mucho tiempo. La corrupción de Henry, esa energía oscura que carcomía el metal y desintegraba proyectiles, había abierto grietas tanto en la estructura como en los corazones de los defensores.
Elías estaba al frente, convertido en el ancla del combate. Dirigía a los interceptores, lanzando órdenes cortas y precisas: cerrar brechas, bloquear accesos, mantener las líneas. Su voz se escuchaba clara por encima del rugido de lobos transformados, el retumbar de disparos y el choque de cuerpos. No se permitía flaquear.
Erika, desde la zona médica, había visto ya a más de veinte heridos en menos de una hora. Sus manos estaban manchadas de sangre que no era suya, moviéndose sin descanso entre suturas improvisadas, compresas y jeringas. La enfermería