La tensión en la oficina era densa, ambos hombres se estaban enfrentando nuevamente, mientras Grecia sentía que el mundo se le venía encima.
—¡No seas absurdo, Guillermo! Esta también es mi empresa, ¿o acaso se te olvida que tengo el 49 por ciento de las acciones? Lo que suceda, bueno o malo, me atañe. Y por eso estoy aquí, quiero saber qué fue lo que pasó —dijo Luis Fernando, con la voz firme pero contenida, tratando de no dejarse llevar por la tensión del momento.
—No te voy a dar explicaciones de nada —respondió Guillermo, con su tono despectivo y fuerte que se escuchaba hasta el pasillo.
En ese instante, Grecia intervino, al ver la respuesta desafiante de su esposo, sabía que si continuaba con esa agresividad hacia Luis Fernando, las cosas iban a terminar muy mal.
—Por favor, ya basta —exclamó, levantando la mano como si intentara detener una tormenta inminente—. No es el momento para crear más conflictos. Guillermo, por favor, seamos adultos. Luis Fernando tiene razón, él deb