Grecia no salía de su sorpresa; solo miraba a su alrededor con una mezcla de incredulidad y curiosidad. Comenzaba un día que prometía ser espléndido. El sol de la mañana iluminaba el lugar, creando un ambiente cálido y acogedor. Luis Fernando permanecía a su lado, disfrutando de verla sorprendida; había preparado cada detalle para ese día. Aunque sentía cierta premura, solo esperaba el momento perfecto para dar el paso que los uniría para siempre.
—¿Pero qué hacemos aquí en el registro civil? —preguntó Grecia, con su voz temblorosa, en medio de su nerviosismo e ilusión. Su corazón latía con fuerza, y comenzó a sentir una leve esperanza que crecía dentro de ella, mirándolo con los ojos a punto de soltar las lágrimas—. ¡No puede ser! ¿Acaso es lo que me estoy imaginando?
Luis Fernando, con una mirada llena de ternura, la tomó por la cintura, acercándola a él. Sus ojos brillaban con un destello muy especial en ese momento, reflejando todo el amor que sentía por ella. Era como si el m