Luis Fernando y Miranda salieron del hospital. La noche había caído sobre Nueva York, y las luces de la ciudad brillaban a lo lejos. Luis Fernando decidió que era el momento perfecto para conocer un poco más de Miranda, ya que desde que se conocían, solo habían compartido tiempo en la empresa, en medio de coqueteos y miradas complices, que no habían pasado más allá de un beso. Así que le propuso que en vez de ir a un hotel, porque mejor no iban al pequeño apartamento en los suburbios donde ella vivía.
—La verdad es que me da mucha vergüenza que hayas preferido venir aquí. Esto es muy pequeño y humilde en comparación a lo que estás acostumbrado —dijo Miranda, mientras abría la puerta de su hogar.
—No te preocupes, Miranda. Creo que en este momento tú tienes más que yo. Al menos tienes esta pequeña habitación donde puedes pasar la noche; en cambio, mi familia y yo no tenemos nada —respondió Luis Fernando, observando cada rincón del modesto lugar.
—Pero el penthouse de Laura, allí vas a