Joaquín la miró confundido, se acercó a ella, hasta estar cerca de sus labios.
—La única mujer que he amado y amo, eres tú, Diana.
Él besó sus labios, fue un beso lento, que fue interrumpido por los gritos de los niños.
—¡Mamita!
Diana se levantó enseguida y cargó a Opal y luego a Ónix dándoles dulces besos, los sentó en las sillas y trajeron el desayuno.
Margot llegó justo después.
Se sentó con ellos, y desayunaron.
—Margo, hermanita, ¿puedes hacerme un favor?
Margot asintió.
—Lo que sea, ¿Qué necesitas?
—Puedes llevar a mi esposa a comprar un vestido para la cena de hoy.
Margot sonrió, asintió.
—Claro que sí, lo haré.
***
Pilar estaba furiosa, llamó por teléfono a Felicia.
—Hija, habrá una fiesta hoy en la mansión, Joaquín reunirá a sus socios y amigos para informar que su esposa regreso.
—¡¿Qué?! ¡Él no puede hacerme esto! ¡No puede! Será demasiado vergonzoso, Pilar, ¡ayúdame!
Pilar pidió un momento, una empleada le indicó que Margot y Diana fueron al centro comercial.
—Felicia, es