37. Así va a ser siempre
Gabriel
Había quedado con Catalina, desde antes de haber visitado a Julian, tenemos que hablar sobre la pista que seguí con el rastro de las flores y además vengo dispuesto a convencerla de que se mude.
Ya saben dónde vive. No es seguro.
Cuado llego, Catalina ya está sentada. Estamos en la misma cafeteria de siempre. Ella mueve distraída el café con una cucharilla. Lleva el cabello rubio suelto que le llega casi a la cintura y una blusa blanca sencilla con el cuello en V que consigue una vista tentadora.
Se ve tranquila. Muy distinta a como está por dentro, lo sé. La conozco.
O lo hacía al menos.
Levanta la vista al verme.
—Hola, ¿Cómo estás?—me dice y me regala una sonrisa tímida, algo nuevo en esta tregua que hemos puesto entre nosotros.
Pero es que siendo sincero, muchas cosas cambiaron desde el día del beso y la escena en su baño… Bueno, creo que todo está demasiado confuso ahora mismo.
Niego con la cabeza y me siento frente a ella.
—Todo bien —le digo y aunque no es mi intención