36. No importa lo que cueste
Gabriel
Tal vez estar aquí no sea mi movimiento más acertado, tal vez intentar respuestas en Julian sea arriesgado, pero ahora mismo es lo mejor que tengo y pienso agarrarme de cualquier cosa que me pueda dar un poco de claridad en todo esto.
Me cruzo de brazos y lo miro fijo.
Julián está contra la pared, la respiración entrecortada, los ojos moviéndose rápido como si buscara una salida. Pero no la hay. No esta vez.
Aquí no está mi madre para ayudarlo, para darle la solución al desastre que ha hecho, ni tampoco mi padre para quedarse callado cuándo debió haber dicho algo.
Aquí solo está él y su falta de huevos para enfrentar desiciones y dar la cara por sus m4lditas acciones.
—Solamente voy a decir esto una vez, Julian: Habla.
Él traga saliva. Suelta una risa que intenta ser desafiante, pero le tiembla la voz. Sé que está nervioso, siempre ha sido un cobarde, uno que no entiende de responsabilidades.
Y es ahí cuándo no entiendo cómo es que ha podido estar con Catalina por años, cuándo