—¿Qué está pasando aquí? —preguntó al ver que era con su amiga con quien discutía.
—No pasa nada —Marta se apresuró a responder.— Mercedes sólo me estaba contando una serie que comencé a ver y se emocionó con la historia.
Laura frunció el ceño.
—Así es, mi señora. Es muy buena.—dijo siguiéndole la corriente a la rubia.— Debería verla.
—¿Cómo se llama? —preguntó Laura con curiosidad.
Ambas mujeres se miraron sin saber qué responder:
—Creo que se llama… Orgullo y ¿qué? —dijo Marta dirigiéndose a la sirvienta.
—Orgullo y prejuicio, —contestó con rapidez— así se llama.
—Ah, sí ya la vi. Hace algún tiempo —afirmó— Lo que le extraña es que tú estés viendo ese tipo de series. ¿Desde cuándo te gustan las historias de romance? —cuestionó Laura.— Pensé que sólo te gustaban los negocios, como a Marcos.
—Todos en algún momento cambiamos de gustos. —respondió Marta elevando los hombros.
Laura se acercó a su amiga y le acarició la barriga:
—O quizás sea por el embarazo. He estado leyendo so