Marta salió de la oficina decidida a buscar y enfrentar a Lucía de una vez por todas. Aquella mujer siempre la había odiado sin una razón aparente, pero ahora que creía saber los motivos por los que realmente no la soportaba, todo encajaba a la perfección.
Sin embargo, lo que la impulsaba a buscarla no era solo el deseo de confrontar a la hermana de su amiga, sino la necesidad de saber si Marcos y ella habían estado juntos. Necesitaba esa verdad para acabar, de una vez, con lo que aún sentía por él.
Salió hasta la acera, donde un taxi la esperaba. Se acercó al coche e iba a subir cuando escuchó el sonido de una bocina detrás de ella. Giró la cabeza y vio una patrulla acercándose. Benito bajó del vehículo con paso firme y se dirigió al taxi.
—Ciudadano, está usted mal estacionado. O se retira o tendré que ponerle una multa —dijo con voz grave y gesto severo.
El conductor, visiblemente nervioso, asintió de inmediato y arrancó el coche sin decir palabra.
—¿Qué haces, tío? —preguntó ella