—No puedo entender como es capaz de hacerle tanto daño a su propia hermana. —murmuró desconcertada Marta.
—¡No sé si te guste escuchar las razones! —habló Ignacio en tono burlón pero a la vez, lleno de intriga.
—¿Qué es lo que sabes, joder? —esgrimió la rubia— Termina de hablar de una vez.
Ignacio sonrió antes de soltar aquella mentira disfrazada de verdad:
—Tu querido Marcos estuvo liado con Lucía.
Marta frunció el ceño.
—Estás mintiendo. —replicó— Lo dices sólo para molestarme. Marcos no es ese tipo de hombres.
Ignacio dejó escapar una carcajada estruendosa.
—¡Qué ingenua eres, Marta! ¿Crees que hay mucha diferencia entre follar contigo o con Lucía? —dijo sujetándola de la muñeca.
—Él no sería capaz. —respondió ella, logrando soltarse de su firme agarre.
—Ve y pregúntale a Lucía entonces. Ella puede darte más detalles de los que yo puedo darte. —El sarcasmo era evidente en sus palabras y aunque Marta no le creía, aquella posibilidad tenía mucho sentido para ella.
—Lárgate, I