Las palabras de Mercedes lograron que Marcos recuperará la sobriedad y regresara a la habitación matrimonial. Tal y como lo decía aquella mujer, Laura era su esposa y lo mejor que le había pasado en su vida.
¿Por qué arriesgarlo todo por una mujer como Marta?
Entró a la habitación, se desvistió y fue hasta la ducha donde se encontraba Laura desahogando su dolor. Cuando ella oyó la puerta abrirse, dejó que el agua de la regadera disimulara sus lágrimas.
—¿Qué ocurre? —Le preguntó entonces, al verlo acercarse a ella, totalmente desvestido.
—Nada —contestó él.— Sólo quiero ducharme contigo ¿Puedo?
Aunque Laura quería rechazarlo, no podía. Lo amaba con todo su corazón, lo amaba a pesar de su traición. Además sabía que si lo hacía, si lo rechazaba, él podría notar que algo pasaba y entonces su plan de venganza se vendría abajo. Y eso no se lo permitiría a sí misma. No podía fallarle a su dignidad como mujer, eso nunca.
Marcos entró a la ducha lentamente, se acercó a ella y la rodeó po