Capítulo 66
La tarde había caído sobre la ciudad con un aire templado, casi cómplice. Sofía no sospechaba nada cuando Thiago la condujo hasta aquel lugar apartado del bullicio de la ciudad, hacia una pequeña casa rústica escondida entre viñedos que parecían pintados bajo la luz dorada del atardecer. El silencio del campo los rodeaba, interrumpido apenas por el murmullo de las cigarras y el crujido de la grava bajo los pasos de ambos.
Thiago le abrió la puerta con una leve sonrisa y dentro, el ambiente era íntimo. Había una mesa iluminada por velas, vino esperando en copas de cristal, y un fuego encendido en la chimenea que lanzaba destellos cálidos sobre las paredes de piedra. Sofía se detuvo unos segundos para observar todo, sorprendida, y luego lo miró con una expresión interrogante.
— ¿Qué es todo esto, Thiago? — preguntó con una mezcla de ternura y recelo.
— Buenos, pues como ves esto es un espacio solo para nosotros — respondió él, con esa firmeza suave que parecía envolverla —