Alina
La noche es pesada, saturada de un silencio opresivo. La luna, alta en el cielo, ilumina débilmente el camino de piedra bajo mis pies. Damon y yo atravesamos el oscuro pasillo de la mansión, su brazo sosteniendo mi cintura mientras lucho por mantener el equilibrio. La magia aún pulsa en mis venas, ardiente, como si el círculo de la Luna Negra hubiera dejado su marca en mí.
— ¿Estás segura de que estás bien? —pregunta Damon con voz grave, su aliento rozando mi mejilla.
Asiento, aunque el dolor sordo en mi palma persiste. La marca dejada por Kieran sigue ahí, oculta bajo la manga de mi camisa. Un escalofrío me recorre al pensarlo.
— Él ha dejado una huella en mí —susurro.
Damon se detiene bruscamente. Se coloca frente a mí, sus manos enmarcando mi rostro con una ternura feroz.
— No te tendrá, Alina.
Levanto la mirada hacia él, buscando un ancla en la tormenta que me invade. Su mirada dorada es una promesa silenciosa, una fuerza bruta que me atraviesa.
— Él va a volver, Damon. Y se