Me despierto de un salto, con la respiración entrecortada. La habitación está sumida en una oscuridad espesa, solo atravesada por la tenue luz de la luna que entra por la ventana. Damon está acostado a mi lado, su brazo alrededor de mi cintura, su aliento regular acariciando mi nuca.
Mi corazón late con fuerza. Mis manos tiemblan bajo la manta. Cierro los ojos, pero la imagen de la mirada de Ezra está grabada detrás de mis párpados. Ese brillo rojo, esa sonrisa fría… y esa sensación, como si algo en mí hubiera respondido a él.
Inhalo profundamente. Damon se mueve ligeramente, su abrazo apretándose alrededor de mi cintura. Me doy la vuelta hacia él. Incluso dormido, irradia una poderosa tranquilidad. Su mano reposa sobre mi abdomen, sus dedos acariciando mecánicamente mi piel desnuda.
Casi lo mata esta noche. Casi pierde el control.
Pero Ezra… se ha desvanecido como una sombra. No ha sido vencido. Espera, en alguna parte, listo para volver.
Deslizo mis dedos entre los oscuros mechones de Damon, contemplándolo. Su mandíbula está tensa incluso en su sueño. Está en guardia, incluso en sus sueños.
Un escalofrío me recorre. La verdad está ahí, agazapada en la sombra de mis pensamientos: Ezra ha creado una conexión entre nosotros. Lo siento. Como si una cuerda invisible tirara de mi alma.
Un gruñido escapa de la garganta de Damon. Sus ojos se abren de golpe, brillando con un destello dorado en la penumbra.
— Alina?
— Estoy aquí, murmuro.
Se incorpora, su mirada registrando la habitación como si esperara un ataque. Luego se relaja ligeramente al verme.
— ¿Estás bien? pregunta con voz ronca.
Asiento, pero él entrecierra los ojos. Sabe que miento.
— ¿Todavía sentiste su presencia?
Apreto la manta contra mí.
— No… pero siento algo. Como si… todavía estuviera aquí.
Damon se incorpora más, su torso desnudo tensándose bajo la luz de la luna. Sus músculos están tensos, listos para saltar.
— No puede alcanzarte aquí.
— ¿Cómo puedes estar tan seguro?
— Porque estoy aquí.
Me mira con esa intensidad ardiente que me deja sin aliento. Desliza una mano bajo mi barbilla, obligándome a elevar la mirada hacia él.
— No te llevará.
— Damon…
Se inclina hacia mí, sus labios rozando los míos.
— Tendrá que matarme primero.
Mi corazón se detiene un latido. Su aliento caliente roza mi piel.
— Es… demasiado fuerte, murmuro.
— Soy más fuerte.
Veo la rabia en su mirada, esa furia oscura que lo consume desde la noche en que Ezra regresó.
— Damon, se ha ligado a mí…
Su mirada se oscurece.
— Lo sé.
— Entonces podría…
— No.
Su tono es cortante. Me atrae bruscamente hacia él, su cuerpo ardiente contra el mío.
— Ese vínculo no significa nada. No te tendrá.
— Pero si logra controlarme…
— No lo hará.
Sacudo la cabeza.
— No puedes saberlo.
Su mirada se endurece. Toma mi mano, presionándola contra su torso. Su corazón late violentamente bajo mis dedos.
— Escúchame. Eres mía, Alina. No de él.
Mi respiración se acelera.
— Damon…
Inclina su rostro hacia el mío, su frente tocando la mía.
— No te llevará. Lo mataré antes.
Cierro los ojos. Pero en el fondo de mí, un miedo insidioso crece. Ese vínculo… lo siento. Incluso ahora.
Y una parte de mí responde a él.
— Descansa, murmura Damon.
— No puedo.
Se desliza bajo la manta, su cuerpo cálido envolviendo el mío.
— Déjame llevar ese peso por ti. Solo por esta noche.
Me acurruco contra él, pero el peso en mi pecho no desaparece.
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Me despierto al amanecer. La pálida luz de la mañana se desliza por la ventana. Damon ya está de pie, torso desnudo, frente a la ventana.
Me incorporo lentamente.
— ¿No duermes?
Él gira la cabeza hacia mí, su mirada oscura.
— Estoy de guardia.
— ¿Crees que volverá?
— Sí.
Ni siquiera se molesta en mentir.
Se acerca a la cama, agachándose frente a mí. Su mano roza mi mejilla.
— Alina… Tendré que irme hoy.
Mi corazón se aprieta.
— ¿Por qué?
— Ezra no se detendrá. Necesito encontrarlo antes que él.
Sacudo la cabeza.
— ¡No puedes irte solo!
— Si no lo hago, volverá. Sabe dónde encontrarte.
Agarro su muñeca.
— Entonces déjame ir contigo.
— No.
— Damon…
Él apoya su frente contra la mía.
— Eres mi debilidad, Alina. Si Ezra lo sabe…
— Ya lo sabe.
Cierra los ojos, un escalofrío recorre su espalda.
— No puedo arriesgarme a perderte.
— Soy más fuerte de lo que crees.
Abre los ojos, y veo una ternura feroz en su mirada.
— Lo sé. Pero no puedo perderte.
Me inclino hacia él, colocando mis labios sobre los suyos. Su beso es brutal, cargado de desesperación. Me atrae hacia él, su aliento caliente mezclado con el mío.
— No te vayas, murmuro.
Él separa su frente de la mía, su mirada oscura.
— Si me quedo, Ezra volverá. Y esta vez, podría no ganar.
Aprieto los dientes.
— Entonces déjame acompañarte.
Sacude la cabeza.
— No puedo.
Acaricia mi mejilla una última vez, luego se endereza.
— Descansa. Estaré de regreso antes del anochecer.
Lo miro irse, con el corazón apretado.
Pero una parte de mí sabe que no regresará tan fácilmente.
Ezra La oscuridad me rodea como una segunda piel. La luna está alta en el cielo, proyectando una luz pálida sobre el denso bosque. Las sombras bailan entre los árboles, ecos silenciosos de mi poder. Sigo sintiendo su presencia. Alina. Mi vínculo con ella se ha fortalecido tras nuestro último encuentro. Sentí su miedo, su vacilación... pero sobre todo, esa respuesta instintiva. Una parte de ella reconoce este vínculo. Una parte de ella responde. Permanezco inmóvil en medio del claro, mis sentidos alerta. Mi corazón late lentamente, cada latido vibrando en mis venas como una promesa de dominación. Cierro los ojos. Ella está ahí. La siento. Su aliento. Su calor. La dulce melodía de su corazón. Una sonrisa roza mis labios. — Alina… Un crujido en la maleza atrae mi atención. Abro los ojos. Una silueta emerge de las tinieblas. — Ezra. Me incorporo lentamente, mi figura recortándose en la pálida luz lunar. — Damon. Su nombre resbala entre mis labios como una caricia
Ezra La noche me envuelve, fría y silenciosa. El rugido del viento entre los árboles acompaña el ritmo sordo de mi corazón. Estoy sentado sobre una roca, con los codos apoyados en mis rodillas, los ojos levantados hacia la luna. El sabor de la sangre de Damon aún está en mis labios. Sonrío lentamente. Él cree que puede protegerla. Que puede interponerse entre ella y yo. Patético. Cierro los ojos, dejando que el vínculo se abra. Una calidez suave me invade de inmediato. Su aliento. Su corazón. Su alma. Alina. La siento. Cada estremecimiento de su piel. Cada latido de su corazón, vibrando a través de este vínculo indeleble que ahora compartimos. Puede negarlo tanto como quiera. Pero este vínculo es real. Un crujido en el sotobosque me saca de mis pensamientos. — ¿Vas a quedarte en la sombra mucho tiempo más? Una silueta emerge de la oscuridad. Una mujer esbelta, con el cabello negro como la noche, vestida con un vestido oscuro que ondea a su alrededor como una br
Capítulo 1 – La PresaAlinaEl bosque parece querer tragarme por completo. Cada paso es una agonía; mis pies desnudos se cortan en las piedras, mis piernas golpeadas ceden bajo la fatiga. El aire helado se infiltra bajo mi vestido desgarrado, mordiendo mi piel en llamas. No soy más que un animal acorralado, jadeante, desesperado.Corro hacia una frontera invisible, una última esperanza ilusoria. El viento azota mis mejillas empapadas de lágrimas y sudor. Cada respiración es un gemido. Mis fuerzas me abandonan, una a una.Detrás de mí, se acercan. Sombras. Lobos. Mi propia manada, convertida en manada de caza.A sus ojos, no soy más que una ofrenda sacrificial. Un trozo de carne débil, abandonado a la crueldad de aquel a quien todos temen.Damon.Su nombre resuena en mi cabeza como un látigo.Un alfa implacable, más bestia que lobo, que ha forjado un imperio en el miedo y la sangre. Se dice que se alimenta de la debilidad, que la devora y escupe lo que no es digno de él. Y ahora, soy y
AlinaEl barro se adhiere a mi piel, helado, mientras Damon me observa, de pie, impasible, como si decidiera si me va a matar o a mantener.Cada latido de mi corazón es una súplica silenciosa. Mi respiración es entrecortada, mis miembros tiemblan, todo en mí grita debilidad.Y él, se regodea en eso.— Levántate, ordena de nuevo, su voz áspera desgarrando la noche como un látigo.Intento ponerme de pie. Mis brazos flaquean. Mis rodillas se hunden en la tierra empapada. Soy ridícula. Miserable. Y sé que es lo que quiere. Que quiere verme luchar en vano contra mi propia impotencia.Un gruñido frustrado ruge en su pecho. En dos zancadas, está sobre mí, asiéndome sin piedad del cabello, arrancándome un grito ahogado.Tira, forzando mi rostro hacia el suyo, tan cerca que puedo ver la chispa de desprecio danzar en sus ojos de fiera.— Ni siquiera tienes la dignidad de mantenerte erguida, susurra en mi oído. No eres nada. Menos que una loba. Menos que una perra.Sus palabras me desgarran por
DamonElla me desafía. Incluso allí, frágil, agotada, al borde del colapso, ella me desafía.Esa chispa de rebeldía en sus ojos me consume con un deseo crudo. La mayoría de los seres se derrumban ante la primera mordida. Ella no. Ella se rebela, por dentro, aunque su cuerpo ya traiciona sus límites.La llevo de regreso a mi dominio con un paso firme, atravesando el bosque como un espectro negro. Alina pesa poco en mis brazos, su aliento ligero rozando mi garganta. Pero esa fragilidad no es más que una ilusión. Lo sé. Lo he visto.Mis hombres, ocultos en las sombras de los árboles, se congelan a mi paso. Ninguno se mueve. Ninguno se atreve a cruzar mi mirada. Saben mejor que nadie que cuando estoy en este estado – excitado, hambriento, peligroso – es mejor mantenerse alejado.Las grandes rejas de hierro forjado chirrían en un susurro siniestro a mi acercamiento. Mi dominio. Mi santuario. Mi trampa.Una mansión colosal surge en el corazón del bosque, sus piedras oscuras rezumando
AlinaMe despierto de un sobresalto, con la respiración entrecortada, el cuerpo temblando. La oscuridad de la habitación me golpea como un puñetazo, opresiva, asfixiante. El miedo me aprieta, me envuelve, me vuelve vulnerable. Mis pensamientos son confusos, enredados por el eco de su voz. Ahora eres mía. Sus palabras martillean mis sienes, resuenan en cada fibra de mi ser.Llevo una mano temblorosa a mi garganta, sintiendo aún el calor de su aliento contra mi piel. Damon. Esa bestia seductora, ese depredador implacable. Sus ojos negros me persiguen. Me ha salvado, sí. Pero, ¿de qué, y a qué precio?Me incorporo, los músculos adoloridos protestando ante el más mínimo movimiento. Mi vestido, desgarrado, deja una parte de mi piel al aire. Una quemadura en mi hombro recuerda el roce de sus garras. Me estremezco al recordarlo, una calidez y un terror que se mezclan de manera extraña en mí. No puedo permitirle tener ese poder sobre mí. No ahora.Me levanto, mis pies descalzos encuentran el
AlinaLa puerta se cierra violentamente, y la voz de Damon estalla a través de la madera, llena de amenaza y control.— Levántate.Gimo, el miedo y la ira mezclándose en mi estómago. Mi lobo interior tiembla, nervioso, como si estuviera atrapado. Estoy atrapada en esta mansión, bajo su control. Y sin embargo, una parte de mí grita que huya.— No soy una esclava. Susurro, pero sé que mi voz no tiene nada de convincente.Otro golpe retumba. Esta vez, la madera de la puerta tiembla bajo la violencia de su puño. La amenaza es clara, nítida. Si no me muevo, vendrá a buscarme.Me enderezo lentamente. Mi cuerpo protesta, mis músculos adoloridos, pero no tengo opción. Debo someterme, o vendrá, me romperá aún más.Cruzo la distancia hasta la puerta, la abro brutalmente. Damon está allí, apoyado en el marco, con una mirada salvaje, dominante, sus brazos cruzados sobre su torso desnudo. Su presencia es abrumadora, su silueta esculpida en la sombra.Sigo vestida con el vestido rasgado de la noche
AlinaPor la mañana, la luz helada del día se filtra a través de las amplias ventanas de la mansión, infiltrándose en la habitación como una brisa cortante. Estoy acostada en la cama, agotada, cada músculo de mi cuerpo me recuerda el entrenamiento de la noche anterior. El dolor aún es intenso, pero solo añade a la extraña emoción que burbujea en mí. Cada combate, cada caída, cada contacto brutal con Damon, todo me ha dejado sin aliento, mi cuerpo en llamas, pero mi mente atormentada.¿Por qué esta atracción? ¿Por qué esta desgarradora sensación con cada movimiento de Damon, cada orden que me lanza, cada abrazo violento? Debería odiarlo. En lugar de eso, una parte de mí quiere más.Un golpe seco en la puerta me saca de mis pensamientos.— Alina. Baja. Ahora.Su voz, fría y autoritaria, me golpea como un látigo. No espera. Exige.Aprieto los dientes, mis muñecas aún duelen por las llaves de la noche anterior. Una parte de mí, con un sabor a rebeldía en la garganta, me grita que le desob