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Capítulo 30 – El entrenamiento en la sombra  

Alina  

Ezra me entrena a través de los oscuros pasillos del viejo mansión. Las antorchas colgadas en las paredes proyectan una luz temblorosa sobre las frías piedras. Damon nos sigue a distancia, su respiración entrecortada. Aún está débil, pero se niega a dejarme sola con Ezra.  

— ¿A dónde me llevas? —pregunto, con el corazón latiendo fuerte.  

— A donde todo va a comenzar —responde Ezra en un tono frío.  

Se detiene frente a una pesada puerta de hierro marcada con símbolos antiguos. Pasa sus dedos sobre las inscripciones, y la puerta se abre con un chirrido metálico.  

Penetro en una vasta sala subterránea. Las paredes están cubiertas de antiguas runas, brillantes con una tenue luz azulada. El suelo está cubierto de patrones complejos que forman un círculo en el centro de la habitación. El aire está cargado de energía oscura, una fuerza brutal que me aprieta el pecho.  

Ezra se vuelve hacia mí, su mirada oscura brillando con una intensidad fría.  

— Aquí es donde vas a aprender a dominar tu magia.  

Trago con dificultad.  

— ¿Y si no lo consigo?  

— Entonces esta magia te destruirá.  

Damon se acerca, con el rostro serio.  

— Ezra, no está lista.  

Ezra se ríe, una sonrisa cruel estirando sus labios.  

— Ella lo está. Simplemente no es consciente de lo que es capaz de hacer.  

Tomo una respiración temblorosa.  

— Entonces, muéstrame.  

Ezra levanta una mano, y las runas en las paredes se iluminan bruscamente. Una ola de energía negra se propaga por la habitación. Mis piernas flaquean bajo la presión, pero me mantengo firme.  

— Concédele poder, ordena Ezra. Deja que la magia fluya dentro de ti.  

Cierro los ojos, buscando ese flujo de energía en mí. Lo siento, enterrado bajo la superficie —oscuro, bruto y ardiente.  

— Tómala.  

Extiendo una mano temblorosa hacia el círculo de runas. La energía responde de inmediato, subiendo por mis venas como una ola helada. Mi aliento se detiene.  

— Sí... Eso es.  

Mi cuerpo se tensa mientras la magia explota dentro de mí. Mis ojos se abren de par en par. Filamentos de energía oscura giran alrededor de mis manos, chisporroteando violentamente.  

— ¡Controla eso, Alina!  

La magia pulsa, salvaje e incontrolable. La siento retorcerse dentro de mí, buscando liberarse. Mi corazón golpea contra mi pecho.  

— ¡No... no puedo hacerlo!  

Una onda de energía estalla de mis manos. Ezra esquiva por poco mientras la pared detrás de él explota en fragmentos de piedra.  

— ¡Alina! —grita Damon.  

Mis rodillas golpean el suelo. La energía sigue vibrando en mis venas, ardiente e insoportable.  

Ezra se acerca, agachándose frente a mí. Toma mi mentón, forzando mi mirada a cruzarse con la suya.  

— ¿Sientes ese poder? Su voz es un susurro hipnótico. Te pertenece. Debes dejar de temerle.  

— ¡Me consume! Aprieto los dientes, mis dedos hundiéndose en el suelo.  

— No. No te consume. Él acaricia mi mejilla con la yema de los dedos, su mirada oscura suavizándose ligeramente. Te pertenece. Tómala. Domínala.  

Cierro los ojos, respirando profundamente. Intento canalizar esta energía, atraerla hacia mí en lugar de rechazarla. Lentamente, los filamentos oscuros se enrollan alrededor de mis manos, formando una esfera de luz oscura.  

— Sí... Eso es.  

Vuelvo a abrir los ojos. La energía pulsa entre mis manos, oscura y estable esta vez.  

Ezra sonríe.  

— Perfecto.  

Damon se acerca, con el rostro tenso.  

— Basta, Ezra.  

— Ella empieza a entender. Debe continuar.  

— No esta noche.  

Damon me agarra por la cintura y me ayuda a levantarme. Su mirada oscura está fija en Ezra con una hostilidad contenida.  

— Si la empujas demasiado lejos, no volverá.  

Ezra sonríe fríamente.  

— Es más fuerte de lo que crees.  

Damon aprieta su agarre alrededor de mí, su aliento caliente acariciando mi sien.  

— No dejaré que la magia la destruya.  

Coloco una mano sobre el pecho de Damon, sintiendo los latidos rápidos de su corazón bajo mi palma.  

— Estoy bien.  

Damon baja la mirada hacia mí, su expresión suavizándose.  

— ¿Estás segura?  

— Sí.  

Ezra se ríe suavemente.  

— Son patéticos.  

Damon aprieta los dientes, pero me pongo entre ellos.  

— Ezra. Si realmente quieres ayudarme, entonces enséñame. Pero respeta mis límites.  

Ezra levanta una ceja, un brillo divertido en su mirada.  

— Bien. Lo retomamos mañana.  

Damon me guía hacia la salida, su brazo alrededor de mi cintura. Mi cuerpo aún tiembla, pero una extraña sensación de poder palpita en mis venas.  

Mientras salimos de la habitación, Ezra murmura detrás de nosotros:  

— No podrás huir de la magia eternamente, Alina. Un día, reclamará lo que le pertenece.  

Un escalofrío recorre mi espalda. Damon aprieta mi mano con más fuerza.  

— Estoy aquí —susurra.  

Me acurruco contra él, pero la voz de Ezra aún resuena en mi cabeza.  

El dolor aún palpita en mis venas cuando abro los ojos. La luz tenue de la mañana filtra a través de las cortinas de la habitación, proyectando un resplandor dorado sobre las sábanas arrugadas. Mi cuerpo está pesado, cada músculo tenso por el esfuerzo de ayer.  

Me incorporo con dificultad, mis dedos rozando mi muñeca donde marcas negras, como filamentos de sombra, aún serpentean bajo mi piel. Mi corazón se aprieta. Esa energía oscura que liberé ayer... aún está allí, viva, palpitante en mis venas.

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