Alina
Ezra me entrena a través de los oscuros pasillos del viejo mansión. Las antorchas colgadas en las paredes proyectan una luz temblorosa sobre las frías piedras. Damon nos sigue a distancia, su respiración entrecortada. Aún está débil, pero se niega a dejarme sola con Ezra.
— ¿A dónde me llevas? —pregunto, con el corazón latiendo fuerte.
— A donde todo va a comenzar —responde Ezra en un tono frío.
Se detiene frente a una pesada puerta de hierro marcada con símbolos antiguos. Pasa sus dedos sobre las inscripciones, y la puerta se abre con un chirrido metálico.
Penetro en una vasta sala subterránea. Las paredes están cubiertas de antiguas runas, brillantes con una tenue luz azulada. El suelo está cubierto de patrones complejos que forman un círculo en el centro de la habitación. El aire está cargado de energía oscura, una fuerza brutal que me aprieta el pecho.
Ezra se vuelve hacia mí, su mirada oscura brillando con una intensidad fría.
— Aquí es donde vas a aprender a