Grito su nombre.
— ¡Damon!
Su cuerpo se desploma pesadamente sobre el suelo, su aliento cortado. La luz escarlata del círculo mágico aún pulsa bajo él, como un corazón enfermo a punto de ceder. Me apresuro hacia él, resbalando sobre la tierra húmeda, mis manos temblorosas posándose sobre su torso inmóvil. Su aliento es débil. Demasiado débil.
— No... No, no, no...
Coloco mis manos sobre su pecho, buscando desesperadamente una señal de vida. La neblina negra que se eleva a nuestro alrededor parece espesarse, cortándome la respiración. Cillian está a unos pasos, su rostro iluminado por una satisfacción glacial.
— Oh, Alina... ¿No pensabas que sería tan fácil?
Mi mirada se eleva hacia él, cargada de una rabia oscura.
— ¡Eres un monstruo! ¿Qué le has hecho?!
Se acerca lentamente, su paso silencioso resonando en la atmósfera pesada. Se agacha frente a mí, su mirada roja brillante de diversión.
— ¿Lo que he hecho? Solo he reclamado lo que me pertenece. Damon firmó un pacto. Ofreció su alma a cambio de tu vida. Ahora... está pagando el precio.
— ¡Mientes! Aprieto el puño, mis garras alargándose instintivamente por la rabia.
— Cree lo que quieras. Eso no cambiará el hecho de que ya es mío.
Siento la oscuridad de su aura deslizarse alrededor de mí como una serpiente lista para estrangularme. Damon emite un débil gemido, su mano buscando atrapar la mía.
— Alina... Su voz es tan débil que me cuesta oírla.
Mi corazón explota en mi pecho.
— ¡Aguanta, Damon! ¡Te sacaré de aquí!
Pero Cillian estalla en una risa.
— Oh, no... No puedes hacer nada por él. Este vínculo, este pacto... está grabado en su alma. Si intentas romperlo, lo matarás.
— No... Sacudo la cabeza. ¡Debe haber otra solución!
— Hay una, por supuesto. Sonríe, sus colmillos brillando en la sombra. Entrégate a mí, Alina. Si aceptas pertenecerme, liberarás a Damon.
Siento la trampa cerrarse sobre mí. Damon gime débilmente, y mi corazón casi se detiene al verlo tan vulnerable. Siempre ha sido tan fuerte, tan implacable. Pero ahora, está en el suelo, roto por este monstruo.
— Alina... No hagas eso...
Tomo su rostro entre mis manos, mis labios rozando su frente húmeda.
— No te dejaré morir.
— Alina... No...
Me incorporo, la mirada ardiente de lágrimas y odio.
— Si acepto... ¿Cumplirás tu palabra? le pregunto a Cillian, la voz temblorosa.
— Por supuesto. Su sonrisa es carnicera. Soy un hombre de honor.
Mi aliento se acelera. Todo mi cuerpo tiembla.
— Está bien.
— ¡No! La voz de Damon resuena violentamente en el aire. Se aferra a mi mano, sus ojos brillando de dolor y rabia. ¡Me niego a que te sacrifices por mí!
— No tienes opción.
Me aparto suavemente de él, a pesar de su abrazo desesperado.
— ¡Alina! grita, pero ya estoy frente a Cillian.
— Tómame. Libéralo.
Cillian sonríe, pero antes de que pueda hacer el más mínimo gesto, Damon salta con una rapidez fulgurante. Su puño se hunde en el rostro de Cillian, enviándolo a estrellarse contra un árbol con un ruido sordo.
— No lo tendrás.
Damon tambalea, pero se mantiene firme. Su aliento es entrecortado, su mirada oscurecida por la rabia.
Cillian se levanta lentamente, limpiando la sangre que cae de su labio con un gesto perezoso.
— Interesante...
Damon se coloca frente a mí, su espalda ancha cubriendo completamente mi vista.
— Si quieres llevarte a alguien... entonces llévame a mí.
— ¡Damon!
— No, Alina. Echa un vistazo por encima de su hombro. Te prometí que te protegería. Incluso si eso me cuesta la vida.
Sacudo la cabeza, aterrorizada.
— ¡No, no, no! ¡Me niego!
Cillian se ríe.
— Qué noble... y trágico.
Damon salta de nuevo hacia él, sus garras brillando a la luz de la luna. Pero esta vez, Cillian está preparado. Lo agarra del cuello en pleno vuelo, golpeándolo brutalmente contra el suelo.
— Eres fuerte, Damon... Pero no lo suficiente.
Grito, el miedo explotando en mis venas. Mi cuerpo comienza a temblar violentamente.
Un calor ardiente se extiende en mi pecho. Algo antiguo, poderoso, se despierta en mí. Siento la magia pulsar bajo mi piel. Mi sangre comienza a vibrar.
Cillian levanta la mano, listo para dar el golpe mortal a Damon.
— ¡No!
Una ola de luz explota a mi alrededor. Una fuerza bruta brota de mi cuerpo, lanzando a Cillian a través del claro. La neblina negra se evapora de inmediato.
Damon tose, el aliento cortado. Me apresuro hacia él, levantándolo suavemente en mis brazos.
— Damon... ¿Estás bien?
Abre los ojos, su mirada oscura y brillante.
— ¿Qué has hecho? murmura.
Sacudo la cabeza, el aliento entrecortado.
— No lo sé.
Cillian se levanta a lo lejos, su mirada negra brillando de ira.
— No ha terminado.
Apreto a Damon contra mí.
— Lo sé.
Pero esta vez, estoy lista.
Alina El silencio después de la explosión de luz es ensordecedor. Mi respiración es corta, mis manos aún tiemblan por el efecto de la descarga de energía que ha devastado el claro. Damon está tendido en el suelo, su torso elevándose débilmente bajo el peso de su respiración entrecortada. Me inclino hacia él, el corazón latiendo a un ritmo frenético. — Damon… ? Sus párpados tiemblan antes de abrirse lentamente. Sus ojos oscuros se cruzan con los míos, brillando con una luz de preocupación y asombro. — Alina… ¿Qué has hecho? Sacudo la cabeza, aún aturdida por el poder que brotó de mí hace unos momentos. Mis palmas hormiguean, como si una energía residual aún vibrara bajo mi piel. — No lo sé… murmuro. Damon gime al intentar incorporarse, pero lo retengo de inmediato. — No te muevas. Estás herido. — Estoy bien. Frunzo el ceño al ver la sangre que asoma en la comisura de sus labios. No está "bien". Ha recibido el golpe de lleno, y la magia oscura de Cillian ha dejado
Capítulo 1 – La PresaAlinaEl bosque parece querer tragarme por completo. Cada paso es una agonía; mis pies desnudos se cortan en las piedras, mis piernas golpeadas ceden bajo la fatiga. El aire helado se infiltra bajo mi vestido desgarrado, mordiendo mi piel en llamas. No soy más que un animal acorralado, jadeante, desesperado.Corro hacia una frontera invisible, una última esperanza ilusoria. El viento azota mis mejillas empapadas de lágrimas y sudor. Cada respiración es un gemido. Mis fuerzas me abandonan, una a una.Detrás de mí, se acercan. Sombras. Lobos. Mi propia manada, convertida en manada de caza.A sus ojos, no soy más que una ofrenda sacrificial. Un trozo de carne débil, abandonado a la crueldad de aquel a quien todos temen.Damon.Su nombre resuena en mi cabeza como un látigo.Un alfa implacable, más bestia que lobo, que ha forjado un imperio en el miedo y la sangre. Se dice que se alimenta de la debilidad, que la devora y escupe lo que no es digno de él. Y ahora, soy y
AlinaEl barro se adhiere a mi piel, helado, mientras Damon me observa, de pie, impasible, como si decidiera si me va a matar o a mantener.Cada latido de mi corazón es una súplica silenciosa. Mi respiración es entrecortada, mis miembros tiemblan, todo en mí grita debilidad.Y él, se regodea en eso.— Levántate, ordena de nuevo, su voz áspera desgarrando la noche como un látigo.Intento ponerme de pie. Mis brazos flaquean. Mis rodillas se hunden en la tierra empapada. Soy ridícula. Miserable. Y sé que es lo que quiere. Que quiere verme luchar en vano contra mi propia impotencia.Un gruñido frustrado ruge en su pecho. En dos zancadas, está sobre mí, asiéndome sin piedad del cabello, arrancándome un grito ahogado.Tira, forzando mi rostro hacia el suyo, tan cerca que puedo ver la chispa de desprecio danzar en sus ojos de fiera.— Ni siquiera tienes la dignidad de mantenerte erguida, susurra en mi oído. No eres nada. Menos que una loba. Menos que una perra.Sus palabras me desgarran por
DamonElla me desafía. Incluso allí, frágil, agotada, al borde del colapso, ella me desafía.Esa chispa de rebeldía en sus ojos me consume con un deseo crudo. La mayoría de los seres se derrumban ante la primera mordida. Ella no. Ella se rebela, por dentro, aunque su cuerpo ya traiciona sus límites.La llevo de regreso a mi dominio con un paso firme, atravesando el bosque como un espectro negro. Alina pesa poco en mis brazos, su aliento ligero rozando mi garganta. Pero esa fragilidad no es más que una ilusión. Lo sé. Lo he visto.Mis hombres, ocultos en las sombras de los árboles, se congelan a mi paso. Ninguno se mueve. Ninguno se atreve a cruzar mi mirada. Saben mejor que nadie que cuando estoy en este estado – excitado, hambriento, peligroso – es mejor mantenerse alejado.Las grandes rejas de hierro forjado chirrían en un susurro siniestro a mi acercamiento. Mi dominio. Mi santuario. Mi trampa.Una mansión colosal surge en el corazón del bosque, sus piedras oscuras rezumando
AlinaMe despierto de un sobresalto, con la respiración entrecortada, el cuerpo temblando. La oscuridad de la habitación me golpea como un puñetazo, opresiva, asfixiante. El miedo me aprieta, me envuelve, me vuelve vulnerable. Mis pensamientos son confusos, enredados por el eco de su voz. Ahora eres mía. Sus palabras martillean mis sienes, resuenan en cada fibra de mi ser.Llevo una mano temblorosa a mi garganta, sintiendo aún el calor de su aliento contra mi piel. Damon. Esa bestia seductora, ese depredador implacable. Sus ojos negros me persiguen. Me ha salvado, sí. Pero, ¿de qué, y a qué precio?Me incorporo, los músculos adoloridos protestando ante el más mínimo movimiento. Mi vestido, desgarrado, deja una parte de mi piel al aire. Una quemadura en mi hombro recuerda el roce de sus garras. Me estremezco al recordarlo, una calidez y un terror que se mezclan de manera extraña en mí. No puedo permitirle tener ese poder sobre mí. No ahora.Me levanto, mis pies descalzos encuentran el
AlinaLa puerta se cierra violentamente, y la voz de Damon estalla a través de la madera, llena de amenaza y control.— Levántate.Gimo, el miedo y la ira mezclándose en mi estómago. Mi lobo interior tiembla, nervioso, como si estuviera atrapado. Estoy atrapada en esta mansión, bajo su control. Y sin embargo, una parte de mí grita que huya.— No soy una esclava. Susurro, pero sé que mi voz no tiene nada de convincente.Otro golpe retumba. Esta vez, la madera de la puerta tiembla bajo la violencia de su puño. La amenaza es clara, nítida. Si no me muevo, vendrá a buscarme.Me enderezo lentamente. Mi cuerpo protesta, mis músculos adoloridos, pero no tengo opción. Debo someterme, o vendrá, me romperá aún más.Cruzo la distancia hasta la puerta, la abro brutalmente. Damon está allí, apoyado en el marco, con una mirada salvaje, dominante, sus brazos cruzados sobre su torso desnudo. Su presencia es abrumadora, su silueta esculpida en la sombra.Sigo vestida con el vestido rasgado de la noche
AlinaPor la mañana, la luz helada del día se filtra a través de las amplias ventanas de la mansión, infiltrándose en la habitación como una brisa cortante. Estoy acostada en la cama, agotada, cada músculo de mi cuerpo me recuerda el entrenamiento de la noche anterior. El dolor aún es intenso, pero solo añade a la extraña emoción que burbujea en mí. Cada combate, cada caída, cada contacto brutal con Damon, todo me ha dejado sin aliento, mi cuerpo en llamas, pero mi mente atormentada.¿Por qué esta atracción? ¿Por qué esta desgarradora sensación con cada movimiento de Damon, cada orden que me lanza, cada abrazo violento? Debería odiarlo. En lugar de eso, una parte de mí quiere más.Un golpe seco en la puerta me saca de mis pensamientos.— Alina. Baja. Ahora.Su voz, fría y autoritaria, me golpea como un látigo. No espera. Exige.Aprieto los dientes, mis muñecas aún duelen por las llaves de la noche anterior. Una parte de mí, con un sabor a rebeldía en la garganta, me grita que le desob
DamonLa noche es espesa, silenciosa, pero mi mente está en ebullición. Alina duerme pacíficamente en la cama a mi lado, su respiración regular calmando temporalmente la rabia que ruge en mis venas. Sin embargo, incluso en su sueño, me atrae irresistiblemente. Su olor dulce llena el aire, y mi lobo lucha por no ceder al instinto.AlinaEl silencio de la mansión es opresivo. Solo el crepitar discreto del fuego en la chimenea y el sonido de mis pasos resuenan en el largo pasillo de piedra. Las palabras de Viktor giran en mi mente: "Si no la marcas, alguien más lo hará."Un escalofrío recorre mi espalda. Odio la idea de ser vista como una presa. Una ómega se supone que debe ser sumisa, obediente, destinada a doblegarse al capricho de un alfa. Pero no soy una ómega ordinaria.Me detengo frente a una gran puerta de madera maciza. Detrás, puedo sentir la presencia de Damon. Su aura oscura y poderosa late a través de la madera, una fuerza magnética que atrae y asusta al mismo tiempo.La abro