Alina
El sol se levanta lentamente en el horizonte, tiñendo el cielo de matices dorados y púrpuras. El aire aún está cargado de la magia desatada de la noche pasada. Mi corazón late con fuerza en mi pecho mientras me encuentro en la cima de la colina, el viento acariciando mi cabello. Detrás de mí, el bosque se extiende, bañado por la luz naciente de la mañana.
Damon está a mi lado, su cuerpo tenso, los músculos de su mandíbula contraídos mientras observa el territorio que se extiende ante nosotros. Su mano roza la mía, y una ola de calor recorre mi piel.
— Lo hicimos, murmura.
Giro la cabeza hacia él. Sus ojos dorados brillan bajo la luz matutina, un destello salvaje y tierno a la vez. Mi corazón se aprieta. Está vivo. Está conmigo.
— Sí, lo hicimos, susurro.
Él se vuelve hacia mí, sus dedos enredándose en los míos.
— Casi mueres anoche, dice, su voz ronca, casi rota.
— Tú también, le respondo suavemente.
— Pero fuiste tú quien me salvó.
Sacudo lentamente la cabeza, mis dedos trazand