Alina
La luz del amanecer se filtra a través de las densas ramas del bosque. El aire aún está impregnado del olor metálico de la sangre, mezclado con la fragancia ácida de la magia quemada. Siento que la tierra misma respira con dificultad, como si el suelo aún llevara la memoria de la batalla de ayer.
Damon está acostado a mi lado, su brazo rodeando mi cintura. Su respiración es tranquila, regular. Su calor me reconforta, recordándome que todavía estamos aquí, juntos, a pesar de todo lo que hemos atravesado.
Me incorporo ligeramente, dejando que mis dedos acaricien los oscuros mechones de su cabello. Él gime débilmente en su sueño antes de estirarse, sus músculos flexibles contrayéndose bajo su piel dorada por la luz de la mañana.
— ¿Me estás mirando dormir otra vez? murmura, con la voz ronca.
Un escalofrío recorre mi espalda al escuchar su sonido. Abre los ojos entrecerradamente, su mirada dorada atrapando la mía.
— Solo me aseguro de que seas real, susurro.
Una sonris