Alina
El bosque está en silencio. Demasiado silencio. Solo el aliento áspero de Damon rompe la pesada calma mientras se recupera lentamente de la oleada de magia que lo arrojó contra el árbol. Coloco suavemente mis manos en su pecho, sintiendo su corazón latir furiosamente bajo mis palmas.
— ¿Estás bien? murmuro.
Él asiente lentamente, pero su mirada sigue siendo dura, oscura. Sus pupilas doradas brillan en la oscuridad. Aprieta mi mano como si temiera que desaparezca.
— Estoy bien, responde con voz ronca. Pero tú...
Me estremezco. Un frío helado se infiltra en mi pecho, como si la Reina hubiera dejado una huella en mis venas. Coloco la mano sobre mi corazón, sintiendo un calor oscuro pulsar bajo mi piel.
— Aún la siento, digo en un susurro.
Damon se incorpora, su mirada penetrante posándose en mí.
— ¿Qué quieres decir?
Levanto lentamente la manga de mi camisa, revelando una marca oscura que serpentea a lo largo de mi antebrazo. Símbolos entrelazados, negros como la