Alina
La bruma sigue siendo densa a nuestro alrededor mientras avanzamos en las profundidades del Valle de la Sombra. El silencio es inquietante. No hay susurros de alas, ni soplos de viento. Solo esta sensación de vacío abrumador.
Damon camina a mi lado, su silueta oscura e imponente apenas destacándose en la penumbra. Su pelaje negro refleja los destellos rojizos de las marcas dejadas por la batalla contra el lobo alfa. Aún está sangrando, pero se niega a detenerse.
— Damon...
— Estoy bien, gruñe sin siquiera girar la cabeza.
— Estás sangrando.
— No es nada.
Agarro su brazo, obligándolo a detenerse. Se vuelve, sus ojos dorados posándose sobre mí con una intensidad abrasadora.
— Alina, no es el momento.
— Siempre será el momento si corres el riesgo de desangrarte, replico.
Aprieta los dientes, pero no protesta cuando pongo mis manos sobre su pecho. Arranco un trozo de tela de mi túnica y lo presiono contra la herida en su costado. Su respiración se acelera bajo mi