El frío muerde mi piel mientras permanezco inmóvil en el bosque, mis brazos rodeando mi cintura en un intento desesperado de calentarme. El eco de los pasos de Damon se ha desvanecido hace tiempo, pero su ausencia me quema más cruelmente que el viento helado que se filtra a través de mi vestido ligero.
Mi corazón aún late a un ritmo frenético. La sensación de sus labios sobre los míos, de sus manos ardientes recorriendo mi piel, está grabada en mi memoria. Y sin embargo, él se ha ido. Una vez más.
Me deslizo contra el tronco de un árbol, mis rodillas dobladas contra mi pecho. La bruma nocturna se aferra a las hojas, una fina película de humedad cubriendo mis brazos desnudos.
¿Por qué siempre se aleja?
¿Por qué me huye cuando arde con el mismo deseo que yo?
Cierro los ojos, intentando calmar el tumulto en mi pecho. Pero todo lo que siento es este vacío inmenso que deja tras de sí.
— ¿Realmente crees que te dejará entrar?
Me incorporo bruscamente, el corazón latiendo. Una silueta emerge de la sombra de los árboles, sus ojos dorados brillando en la oscuridad.
Cillian.
Su sonrisa es cruel, sus colmillos brillando bajo la luz de la luna. Viste de negro, un largo abrigo de cuero flotando detrás de él como una estela de oscuridad.
— ¿Qué haces aquí? —escupo.
Se acerca lentamente, sus movimientos felinos traicionando un poder contenido.
— He venido a salvarte.
— ¿De qué?
Se agacha frente a mí, su mirada penetrante anclada en la mía.
— De Damon.
Sacudo la cabeza, el aliento entrecortado.
— No me hará daño.
Una risa oscura escapa de sus labios.
— ¿De verdad? Eso es lo que casi hace, ¿no? Iba a marcarte. No puedes imaginar lo que eso implica.
Aprieto los puños, la rabia creciendo en mí.
— No es asunto tuyo.
— Sí, lo es.
Se acerca aún más, tan cerca que siento su aliento sobre mi piel.
— Si Damon te marca, te poseerá. Cuerpo y alma. No serás tú misma. Serás su cosa.
Trago saliva, perturbada.
— Nunca me hará eso.
Cillian ríe suavemente, su mirada brillando de malicia.
— No podrá evitarlo. La sangre negra que corre por sus venas es una maldición. Si le perteneces, te destruirá.
Tiemblo ante la intensidad de sus palabras, pero me niego a dejar que el miedo me envuelva.
— ¿Y tú, Cillian? —susurro. ¿Qué quieres, en realidad?
Su sonrisa se ensancha.
— A ti.
Mi aliento se detiene en mi garganta.
Él extiende una mano hacia mí, sus dedos rozando mi mejilla.
— Únete a mí, Alina. Puedo protegerte de él. Puedo ofrecerte una libertad que él nunca podrá darte.
Lo empujo violentamente, levantándome de un salto.
— No necesito tu protección.
Su expresión se oscurece.
— No entiendes, Alina. Si Damon te marca, cederá al poder de la sangre negra. Y entonces, no habrá vuelta atrás. Solo serás un peón en sus manos.
Lo miro, el aliento entrecortado.
— ¿Y si esa fuera mi elección?
Un silencio tenso se instala entre nosotros.
Cillian avanza, sus ojos dorados brillando con un destello peligroso.
— No es una elección. Es una maldición.
Me doy la vuelta, huyendo a través del bosque. El susurro de las hojas bajo mis pies se mezcla con el sonido de mi corazón latiendo en mis oídos. Corro, las lágrimas quemándome los ojos.
No sé adónde voy.
Solo quiero alejarme de todo esto.
De Damon. De Cillian.
De este destino cruel que parece querer desgarrarme en dos.
Pero mientras emergo de un sendero, una mano surge de la sombra y me agarra la muñeca.
Grito, debatiéndome, pero el agarre es implacable.
— Alina.
La voz es áspera, rota.
Levanto la vista y encuentro la mirada oscura de Damon.
Está allí, sin aliento, su torso desnudo cubierto de sudor, rasguños y marcas oscuras surcando su piel.
— ¡Suéltame! —grito, pero él no se mueve.
— No.
Sus ojos brillan con un brillo intenso, el rojo pulsando en su mirada.
— Te dije que te fueras.
— ¡No me iré! —replico, la voz temblorosa. Puedes empujarme tanto como quieras, Damon, pero soy tuya.
Sus dedos tiemblan contra mi piel.
— Te voy a hacer daño.
— ¡Entonces hazme daño!
Sus mandíbulas se contraen.
— Alina…
Extiendo la mano y toco su mejilla. Él tiembla bajo mi contacto.
— No tienes que luchar solo.
Su respiración se acelera, su pecho elevándose violentamente.
— Soy peligroso.
— No me importa.
Me pongo de puntillas, mis labios rozando los suyos.
— Te pertenezco.
Un gruñido áspero surge del fondo de su garganta. Me atrae bruscamente contra él, su mano envolviendo mi nuca.
— Alina…
Sus labios caen sobre los míos con una brutalidad devoradora.
Me aferro a él, mis manos deslizándose a lo largo de sus hombros tensos. Gruñe, besándome más fuerte, más profundamente, hasta que el mundo que nos rodea desaparece.
Cuando finalmente se aparta, su frente reposa contra la mía.
— Te protegeré.
— Lo sé.
Pero mientras me abraza, una sombra se desliza entre los árboles.
Cillian nos observa, su mirada dorada brillando de ira y celos.
— Te lo advertí, Alina —susurra en la sombra. Si eliges a Damon… morirás con él.
Pero no me importa.
Porque en este momento, en los brazos de Damon, sé que estoy exactamente donde debo estar.
Damon El calor de su cuerpo contra el mío es lo único que logra apaciguar el caos en mí. Alina está aquí, acurrucada en mis brazos, su ligero aliento acariciando mi piel desnuda. Pero incluso ahora, mientras la sostengo firmemente contra mí, siento el peligro acechando en la sombra. Cillian. Aún lo siento. Su olor. Su aura. Esa malicia insidiosa que se infiltra en el aire, dejando tras de sí una marca indeleble. Apreto a Alina un poco más fuerte, hundiendo mi rostro en su cabello. — Estás demasiado cerca de él —gruño. Ella tiembla en mis brazos. — No me ha hecho nada. Me aparto ligeramente, mi mirada oscura cruzándose con la suya. Sus ojos brillan en la oscuridad, llenos de esa dulzura embriagadora que me vuelve loco. — Esa no es la cuestión. — Entonces, ¿cuál es la cuestión? —pregunta con voz tranquila, pero su corazón late demasiado rápido. La oigo. La miro durante un largo momento antes de pasar una mano por su cabello. — Te desea. — ¿Y tú? —murmura. No
Alina Sigo sintiendo la tensión en el cuerpo de Damon mientras me sostiene contra él. Su respiración es corta, áspera, como si luchara por controlarse. Sus poderosos brazos me envuelven, y a pesar del calor reconfortante de su abrazo, una sombra fría planea en el aire. — No volverá esta noche, murmura Damon contra mi oído. Me estremezco. Cillian. Odio el efecto que tiene sobre Damon. La forma en que despierta esa rabia animal en él, esa sed de violencia. Pero lo que más me asusta es la facilidad con la que Damon se sumerge en esa oscuridad. Levanto la vista hacia él, mis manos deslizándose sobre su torso desnudo. Su corazón late violentamente bajo mi palma. — Damon, no puede continuar así, murmuro. Sus ojos oscuros brillan bajo la luz de la luna que filtra a través de las cortinas de la ventana. No responde de inmediato, su mirada fija en mí, penetrante y peligrosa. — No dejaré que nadie te quite, Alina, dice finalmente, su voz áspera. Nadie. — ¿Incluso si tienes que
DamonEl silencio en la habitación es casi opresivo. Alina, tendida bajo mí, duerme, su respiración suave y regular. Su piel desnuda brilla débilmente bajo el resplandor de la luna que se filtra a través de las cortinas. Mi brazo reposa en su cintura delgada, mis dedos rozando mecánicamente la curva de su cadera.Pero a pesar del calor de su cuerpo contra el mío, una sombra fría me consume por dentro. Cillian.Lo siento en mis venas, como un veneno insidioso. La manera en que miró a Alina, la sonrisa torcida en su rostro... No se ha rendido. Volverá. Y esta vez, lo mataré.Mis mandíbulas se tensan mientras me incorporo suavemente. Alina gime en su sueño, buscando mi calor, pero me deslizo fuera de la cama, cubriéndola delicadamente con las sábanas. Mi mirada se detiene un instante en su rostro sereno, una belleza frágil en un mundo brutal.Me aparto, mis pies desnudos rozando el suelo frío. La ventana está entreabierta, y la brisa nocturna lleva el olor del peligro. El de Cillian.Un
DamonLa beso tiernamente, mis labios presionando los suyos con una dulzura inusual.— Siempre.Pero en el fondo de mí, sé que Cillian no se rendirá. Esperará en las sombras, listo para atacar en el momento más vulnerable.Y esta vez, estaré preparado.AlinaLa luz del día filtra a través de las cortinas, acariciando mi piel desnuda con un calor reconfortante. Mi cuerpo aún está entumecido por la noche anterior, y la presencia de Damon a mi lado es un ancla en este torbellino de peligro y tentación.Siento su aliento cálido contra mi nuca, el peso de su brazo enrollado alrededor de mi cintura. Está durmiendo, por una vez. Me pregunto cuánto tiempo más podrá descansar antes de que la realidad lo alcance. Antes de que Cillian ataque de nuevo.Me giro lentamente, mi mirada deslizándose sobre su rostro dormido. Damon es guapo de una manera oscura y cruda. Sus rasgos están marcados por la tensión, incluso en su sueño. Su mandíbula fuerte, la línea de sus cejas, el ligero fruncimiento de su
DamonLa noche es densa, cargada de esa tensión eléctrica que precede a una tormenta. La luna está alta en el cielo, su brillo pálido reflejándose en la superficie negra del lago. Estoy de pie al borde del agua, mis manos metidas en los bolsillos de mi abrigo de cuero.El viento se enreda en mi cabello, levantando los mechones oscuros que enmarcan mi rostro. Mi mirada está fija en los reflejos inquietos del lago, pero mis pensamientos están en otro lugar. Están con Alina. Su sabor aún está en mis labios, su aroma impregnado en mi piel.Ella cree que puedo protegerla. Tiene fe en mí. Pero lo que siento es más oscuro, más visceral. Una rabia sorda sube por mis venas, un impulso primitivo que lucho por contener.Cillian.Su nombre es suficiente para despertar ese fuego negro que arde en mis entrañas. Él la ha tocado. La ha amenazado. Y por eso, va a morir.— Te he conocido más tranquilo, Damon.No me muevo. La voz helada de Nikolai resuena detrás de mí. Sale de las sombras con esa camina
AlinaMe despierto de un salto, con la respiración entrecortada, la piel sudorosa. Mi corazón retumba en mi pecho, y la sensación de un aliento helado roza mi nuca. Las imágenes de mi pesadilla me atormentan: el rostro deformado de Cillian, su risa cruel, y el dolor sofocante de sus manos alrededor de mi garganta.Mis dedos temblorosos se deslizan sobre mi piel desnuda, y me doy cuenta de que estoy sola en la cama. El lugar de Damon está frío. Me incorporo lentamente, las sábanas deslizándose a lo largo de mis caderas. La habitación está sumida en la penumbra, pero la luz pálida de la luna se filtra a través de las cortinas entreabiertas, dibujando sombras siniestras en las paredes.— ¿Damon?No hay respuesta.Deslizo mis piernas fuera de la cama y me levanto, vistiéndome rápidamente con una camisa demasiado grande —la de Damon. Su olor todavía impregna la tela, una fragancia cruda de cuero y madera que alivia ligeramente la tensión en mis músculos.Salgo de la habitación, mis pies de
Damon Estoy de pie frente a la luna llena, el viento helado agitando mi cabello negro, raspando mi piel desnuda. El cielo es de un negro azabache, perforado solo por el resplandor pálido de las estrellas. Cada músculo de mi cuerpo está tenso, cada respiración es pesada. Alina aún duerme. O al menos, eso espero. La dejé en nuestra cama, su respiración tranquila acariciando mi piel mientras me escapaba en la noche. Si supiera dónde estoy en este momento, me detendría —o al menos, lo intentaría. Pero no puedo dejarle la elección. Este pacto, debo hacerlo. Por ella. Por nosotros. Un susurro detrás de mí. Una presencia. Mi instinto de lobo se despierta de inmediato. Mi espalda se tensa, y mis colmillos perforan mi labio inferior. — ¿Estás listo? La voz de Cillian es suave, casi seductora, pero gotea veneno. Emergiendo de la sombra, vestido con un largo abrigo negro que ondea en el viento. Su cabello rubio está perfectamente peinado, y su sonrisa… esa maldita sonrisa. — Cillian.
AlinaEl silencio en la habitación es sofocante. Solo el ruido irregular de la respiración de Damon interrumpe la quietud de la noche. Estoy sentada a su lado, una mano apoyada en su frente ardiente. Su piel está helada a pesar del sudor que perla su torso desnudo. Sus párpados tiemblan, su aliento es entrecortado, como si luchara contra un dolor invisible.Apreto los dientes, la rabia y el miedo invadiéndome. Lo vi firmar ese pacto. Vi a Cillian sonreír con esa luz malsana en la mirada cuando Damon derramó su sangre sobre esa maldita daga. Y ahora… está allí, medio muerto, prisionero de un poder que lo consume desde adentro.— Damon, despierta…Mi voz tiembla, pero él no reacciona. Sus labios están secos, su torso se eleva con dificultad. Sus músculos están tensos, apretados por una fuerza oscura que pulsa en sus venas.— ¡Mierda!Me incorporo y empiezo a caminar de un lado a otro por la habitación. La luna filtra a través de la ventana, proyectando una luz pálida sobre la cama. Mis