Damon

La atmósfera es pesada, cargada de electricidad. Elias y yo estamos en el centro de la arena, una inmensa sala circular excavada en la roca negra, iluminada por antorchas parpadeantes. Los antiguos vampiros están sentados en círculo sobre nosotros, sus rostros congelados en una expresión de juicio y frialdad.

Alina está al otro lado de la sala, mirándome con una intensidad que me quema la piel. Sus manos están apretadas a lo largo de su cuerpo, y puedo sentir la angustia en su aura.

— ¿Están listos? pregunta una voz grave que proviene de arriba.

Me giro hacia Elias, quien tiene una sonrisa calma y calculadora. Sus ojos rojos brillan en la oscuridad.

— ¿Listo? murmura.

— Siempre, replico apretando mis puños.

Un ruido sordo resuena, y una puerta se abre detrás de nosotros con un chirrido metálico.

— La prueba es simple, declara el señor vampiro más antiguo. Derrota a tus oponentes, sobrevive... y reconoceremos tu alianza.

— ¿Qué oponentes? pregunto girándome hacia él.

Una sonrisa