Alina
El silencio en la caverna es pesado, casi tangible. El aliento del Guardián de la Sombra se calma poco a poco mientras la energía negra y roja se insinúa en mis venas. La magia palpita en mí, una sensación helada y ardiente a la vez, como si el fuego y el hielo se enfrentaran en cada parte de mi ser.
Damon aprieta mi mano, su mirada dorada brillando en la oscuridad. Él siente lo mismo, lo sé. Nuestros corazones laten al unísono, nuestras respiraciones sincronizadas.
— ¿Es que… ya terminó? murmuro.
Lucien se acerca, su rostro iluminado por la tenue luz rojiza que persiste en el aire.
— No, responde. Eso es solo el comienzo.
El Guardián de la Sombra, aún arrodillado ante nosotros, levanta lentamente la cabeza. Sus ojos rojos brillan en la penumbra.
— Han probado su valía. Pero el poder que acaban de reclamar es antiguo, salvaje. No les obedecerá fácilmente.
Damon se tensa.
— No tenemos elección.
El Guardián asiente lentamente.
— Entonces, estén preparados par