Alina
El campamento está sumido en el silencio. Solo el crepitar del fuego rompe la tensión que satura el aire. Damon está sentado a mi lado, su brazo aún vendado a pesar de la regeneración parcial de sus heridas. Está tenso, con la mandíbula apretada, su mirada fija en el bosque que bordea el territorio de la manada.
— Va a volver, murmura.
Coloco mi mano sobre su antebrazo. Sus músculos se contraen bajo mis dedos.
— Estaremos listos.
Finalmente, gira la cabeza hacia mí, su mirada dorada buscando algún tipo de consuelo en la mía.
— No tienes que quedarte, Alina.
Frunzo el ceño.
— ¿De verdad crees que voy a huir cuando Caelan podría atacar en cualquier momento?
— No es tu batalla, dice suavemente.
— Si Caelan te ataca, es mi batalla. Si tu vida está en peligro, estaré allí.
Él pasa una mano por mi cabello, con los ojos brillantes de una emoción que aún no puedo nombrar.
— Eres demasiado valiosa para que te pierda.
Me acerco a él, mis rodillas tocando las suyas.
— No me perderás.
Su mi