Alina
El alba apenas atraviesa el bosque cuando me despierto, el cuerpo presionado contra el de Damon. Su calor me envuelve, su aliento regular acariciando mi nuca. Mis músculos aún están adoloridos de la noche anterior, pero una extraña energía pulsa en mí. El vínculo. Está ahí, vivo, vibrante bajo mi piel.
Me giro lentamente, mis dedos deslizándose a lo largo de su torso desnudo. Damon aún duerme, pero siento la tensión en su cuerpo incluso en su sueño. Su mandíbula está tensa y sus cejas fruncidas. Seguramente está soñando con el enfrentamiento con Caelan.
Mi corazón se aprieta ante este pensamiento. Caelan. No es solo una amenaza externa: es su hermano. Su sangre. Una parte de él. Y, sin embargo, no ha dudado en levantar la mano contra Damon.
Me inclino para rozar sus labios con los míos.
— Despierta, murmuro.
Sus ojos se abren lentamente, sus iris dorados brillando débilmente a la luz de la mañana. Su mirada se fija en mí, y un destello tierno suaviza sus rasgos.
— Alina…
Sonrío.