Damon
La noche ha caído desde hace horas, pero no encuentro el sueño. Acostado en la cama, escucho la respiración regular de Alina, su aliento cálido acariciando mi piel. Mi brazo está alrededor de su cintura, su cuerpo abrazado al mío. Mi marca aún está fresca en su piel, una cicatriz rojo oscuro que palpita con una energía ardiente. El vínculo es más fuerte de lo que podría haber imaginado.
Siento cada latido de su corazón, cada escalofrío que recorre su piel. Ella es mía, ahora. Una parte de mi alma vive en ella, y podría seguirla a cualquier lugar, a cualquier infierno, si eso significara protegerla.
Se mueve ligeramente, su cuerpo estirándose contra el mío. Una ola de deseo sube en mí, brutal, incontrolable. Mi lobo se despierta, gruñendo en mi mente.
— Damon…
Su voz es suave, somnolienta, pero enciende mi sangre. Rozo la marca en su cuello con la punta de los dedos, y ella tiembla bajo mi caricia.
— ¿No duermes? murmura.
— Imposible, respondo dejando que mis labios deslicen por