Damon
La noche ha caído desde hace tiempo, pero yo sigo de pie, con las manos apoyadas en el alféizar de la ventana, la mirada perdida en la oscuridad. El viento sopla violentamente afuera, agitando las ramas de los árboles que bordean la propiedad.
Detrás de mí, escucho el suave sonido de las sábanas deslizándose por el suelo. Alina está despierta. Siento su presencia incluso antes de que ella ponga una mano en mi espalda desnuda.
— No puedes dormir, murmura.
Cierro los ojos un instante, saboreando el calor de su mano contra mi piel.
— ¿Cómo podría?
Me giro lentamente hacia ella. Lleva puesta solo una camisa ligera que cae a medias sobre su hombro. Su cabello desordenado enmarca su hermoso rostro, y sus ojos brillan de preocupación.
— No es solo la amenaza de las Sombras del Norte, ¿verdad?
Deslizo una mano por su mejilla, mis dedos rozando su piel suave.
— No. Hay algo más.
Ella frunce el ceño, esperando a que hable.
— La marca que encontró Caleb... no es solo