Alina
El sol se pone lentamente en el horizonte, proyectando un resplandor anaranjado a través de las grandes ventanas de la mansión. Damon está acostado en nuestra cama, con el torso desnudo, su respiración regular, pero su rostro sigue marcado por el dolor de la lucha contra Lilith. Estoy sentada a su lado, mi mano reposando sobre la suya.
Desde hace tres días, no ha dejado de caer en un sueño agitado. Su cuerpo, a pesar de su rápida recuperación como lobo alfa, lucha por recuperarse del impacto de la magia negra de Lilith.
Paso mis dedos por su rostro, trazando la línea de su mandíbula, hasta su garganta. Su piel está caliente bajo mi palma, pero aún siento esa tensión residual en sus músculos. Lucha, incluso en su sueño.
— Damon… murmuro suavemente.
Sus párpados tiemblan levemente, pero no se despierta.
— Alina.
Me giro bruscamente. Caleb está de pie en el umbral de la puerta. Está pálido, su mirada oscurecida por algo que aún no puedo captar.
— ¿Ha pasado algo?