La reunión transcurría con normalidad. Alejandro lideraba la discusión sobre los ajustes al proyecto mientras José Manuel y Eliana exponían sus avances. Eliana tomaba notas con atención, pero de reojo notaba que Isaac estaba inquieto.
De repente, su teléfono vibró sobre la mesa. Todos lo escucharon, pero él lo ignoró. Sin embargo, unos segundos después, volvió a sonar. Isaac lo tomó y miró la pantalla. Su expresión cambió de inmediato.
Eliana vio cómo su mandíbula se tensaba y su agarre en el teléfono se volvía más fuerte. Sin decir una palabra, se levantó de su asiento.
—Disculpen, tengo que atender esto.
Eliana frunció el ceño. Isaac nunca abandonaba una reunión sin una razón de peso. Algo no estaba bien.
Cuando él salió apresuradamente, Eliana dejó su pluma sobre la mesa y se levantó con intención de seguirlo.
—Voy a ver qué pasa.
Pero antes de que pudiera dar un paso, José Manuel la sujetó del brazo con suavidad pero firmeza.
—No —dijo con seriedad—. Esto es más importante.
Eliana