Eliana se acomodó en la silla frente al escritorio de Alejandro, con el ceño apenas fruncido. Desde que había llegado, la reunión había transcurrido sin problemas, con ambos discutiendo detalles técnicos y estratégicos del proyecto. Pero entonces, Alejandro hizo una pausa significativa antes de lanzar su siguiente comentario.
Alejandro la recibió con una sonrisa cortés y le señaló la silla frente a su escritorio.
—Me alegra que hayas venido, Eliana. He revisado tus informes y debo admitir que son impresionantes.
—Gracias —respondió ella, sin perder su postura profesional—. Espero que encuentres viable la colaboración.
Alejandro entrelazó los dedos sobre la mesa y la observó con atención.
—Lo es. Sin embargo, hay un detalle que me preocupa.
Eliana arqueó una ceja, esperando que continuara.
—Hay una parte del proyecto que requiere un trabajo extremadamente preciso y especializado. Algo que solo un diseñador con la experiencia adecuada puede manejar —explicó Alejandro con calma—. Y si no