El evento estaba por llegar a su fin, y la última actividad prometía ser la más desafiante.
—Para cerrar este hermoso día, hemos preparado una competencia familiar —anunció la coordinadora con entusiasmo—. La clave para ganar no es la rapidez ni la fuerza, sino el trabajo en equipo y la generosidad. ¡Así que prepárense!
Las familias se reunieron en la línea de salida. Samuel estaba lleno de energía, emocionado por la idea de ganar.
—¡Vamos, tenemos que hacerlo bien! —exclamó, mirando a Eliana y José Manuel con una sonrisa radiante.
Eliana tragó en seco. No se consideraba competitiva, pero la emoción de Samuel era contagiosa.
José Manuel, en cambio, se veía tenso. Claramente no estaba de humor para juegos, pero tampoco podía decepcionar a su hijo.
El recorrido estaba lleno de obstáculos. Había un tramo donde debían caminar sobre tablones sin caerse, una zona con sacos de arena que debían cargar en equipo y una prueba final donde debían cruzar una cuerda juntos.
La competencia comenzó.