La ciudad estaba envuelta en una niebla tenue y espesa, como si incluso el cielo supiera que algo oscuro se avecinaba. Eran casi las diez de la noche cuando dos patrullas se desplazaron discretamente por las angostas calles del barrio San Mateo, un sector antiguo de la ciudad donde las casas conservaban todavía tejados de teja roja, ventanas pequeñas con rejas de hierro forjado y muros encalados que despedían la humedad del día.
La patrulla principal se detuvo frente a una casa modesta de dos plantas, marcada con el número 738. Era la residencia registrada a nombre de Adriel Soria, el hombre que las autoridades habían identificado como el presunto autor del intento de homicidio contra Eliana. Uno de los oficiales, con una carpeta en la mano, bajó del vehículo, mientras otros dos agentes se aproximaban con cautela, uno de ellos con la linterna encendida.
—Patrulla 12 en posición. Llegamos al domicilio del sujeto. Procederemos con el ingreso autorizado —comunicó el oficial Velandia a tr