Capítulo 142: Silencios que pesan.
La tarde era perfecta. El sol comenzaba a caer detrás de los árboles, tiñendo el cielo de tonos anaranjados. Las risas de Gabriel y Samuel llenaban el aire mientras corrían detrás de unas palomas que habían invadido el césped del parque. Isaac y María José estaban sentados en una banca, disfrutando el momento. Él la miraba de reojo de vez en cuando, con una sonrisa en los labios. Era uno de esos días en que todo parecía en paz.
—No recordaba lo bien que se siente esto —dijo Isaac, mientras estiraba las piernas y dejaba que el sol le acariciara el rostro—. Verlos así... libres, riendo.
María José lo observó de lado. Había algo diferente en su mirada. Algo más sereno, más cálido.
—Tú también te ves feliz —le dijo con suavidad.
Isaac le iba a responder, pero entonces su celular vibró en el bolsillo de su chaqueta. Revisó la pantalla. El número del centro médico.
Su expresión cambió de inmediato. Respondió al instante.
—¿Sí?... ¿Qué?... —se puso de pie como impulsado por un resorte—. ¿Per