Más caliente que el sol a mediodía.
Amanda Rivas abrió los ojos apenas un segundo y volvió a cerrarlos, protestando en silencio ante el brillo de la mañana que le daba directo al rostro.
Se removió entre las sábanas, sintiendo por primera vez la suavidad absoluta de un colchón que no crujía, que no se quejaba, que no parecía prestado ni provisional.
Era real.
Esta cama era suya.
La idea le llegó con un retraso dulce, como cuando una verdad demasiado grande necesita espacio para acomodarse en el pecho. Se estiró despacio, dejando que el cuerpo despertara a su ritmo, consciente de cada detalle: las sábanas limpias, el aroma del lugar, la calma que no conocía desde hacía años.
Sonrió sola porque ahora estaba en su apartamento.
Todo estaba yendo tan bien que parecía un sueño.
Al menos tenía algo que agradecerle a su ex.
El sonido del timbre cortó sus pensamientos de golpe.
Amanda se incorporó de in