Me encanta mi hombre.
Amanda Rivas respiró hondo antes de abrir la puerta, como si necesitara recomponerse por dentro después de lo que acababa de pasar en el sofá.
Aun sentía las manos de Ethan en su cuerpo, sus besos...
"No es momento de pensar en eso."
El corazón todavía le latía con fuerza y el cuerpo le ardía de una forma que no quería analizar demasiado, así que se aferró a la excusa más simple: había visita.
Abrió.
Selena Rosenthal estaba ahí, impecable incluso a esa hora de la mañana. Alta, elegante, piel blanca sin una sola imperfección visible, ojos miel con un brillo casi felino y el cabello cenizo perfectamente acomodado, como si nunca conociera el concepto de “recién despertada”.
En ambas manos cargaba varias bolsas de boutique que parecían pesar más que su propio cuerpo, pero ella sonreía como si nada.
—Buenos días, bella durmiente —saludó con diversión, recorriendo