MANOS A LA OBRA.
El menú del Golden Lotus Palace era tan amplio y tan lujoso, que Amanda sintió que estaba leyendo un catálogo de joyas comestibles.
Sabores que no conocía, nombres que jamás había escuchado y precios que podían pagar un mes de renta.
Así que, para evitar un colapso económico visual, decidió pedir lo mismo que Daniel.
Cerdo Agridulce.
No sabía si era una elección segura o un suicidio gastronómico, pero algo en la forma impecable en que Daniel había cerrado la carta le dijo que si él lo elegía… debía ser bueno.
Selena Rosenthal, sentada frente a ella, cruzó las piernas con esa elegancia natural de quien nació con un aura de pasarela internacional. Su porte, su postura recta y la serenidad en su rostro hablaban de alguien acostumbrada a moverse entre familias de poder.
—Y cuénteme, Amanda, ¿qué le ha parecido Miami hasta ahora? —preguntó con una sonrisa que mezclaba interés real y una natural curiosidad por la chica que Daniel había traído. — Daniel me dijo que eres de fuera.
Amanda trag